Hoy se conoció el dato de inflación de marzo, con un incremento del 6,7% y acumula en los primeros tres meses del año un aumento del 16,1%. Es la mayor inflación desde septiembre de 2018, aunque en ese momento el tipo de cambio se había devaluado 40% en dos meses. El interrogante que surge ante este nuevo ritmo nominal es cómo se pueden ir acomodando el resto de las variables para no generar desequilibrios ni incentivos negativos y en función de ello cuáles son las opciones que pueden aparecer para invertir los pesos y preservar el poder adquisitivo.
El dato de inflación de marzo, con un aumento del 6,7% quiebra la barrera del 6% por primera vez desde septiembre de 2018 (41 meses). Niveles de inflación de esta magnitud generan problemas económicos múltiples. Por un lado, afectan de manera directa a los segmentos de menores ingresos, que son los que ven más afectada su capacidad de consumo, en especial cuando el rubro alimentos, con un incremento del 7,2%, explica buena parte de la suba. Esto implica que empeoran los datos de pobreza e indigencia.
Desde la perspectiva económica y financiera las implicancias también son importantes y hacen necesario que se tomen decisiones rápidamente. Si la inflación local supera a la inflación internacional por un margen mayor al ritmo de devaluación del peso, se pierde tipo de cambio real. Esa pérdida de competitividad cambiaria implica en el largo plazo menos exportaciones y más importaciones. Un costo que la economía local, siempre escasa de divisas, hoy no se puede permitir.
Las tasas de interés también quedan cortas, porque se vuelven negativas en términos reales. Es decir que quien hizo un plazo fijo hace 30 días hoy con el capital y los intereses compra menos productos que los que podía comprar hace 1 mes. Cuando eso sucede se incentiva el consumo y se desincentiva el ahorro. O lo que es peor aún, se fomenta el ahorro en monedas duras (atesoramiento en dólares).
Como vemos las implicancias de niveles de inflación tan altos son muy importantes y requieren la rápida toma de decisiones. Desde la perspectiva social seguramente veamos varios anuncios que busquen compensar el ingreso de los segmentos más desprotegidos.
Desde la perspectiva cambiaria y financiera ya hemos visto algunas decisiones y en las próximas horas se podrían sumar algunas más. Lo primero que hizo el BCRA fue acelerar el ritmo de depreciación del tipo de cambio. Con eso busca evitar que se deteriore el tipo de cambio real. En los últimos 10 días lo llevo al andarivel del 4% mensual. Ese ritmo luce suficiente para compensar la inflación de febrero del 4,7%, pero se queda corto para marzo con el 6,7% recién anunciado.
¿Se animará a acelerar 2 puntos mensuales el ritmo en las próximas semanas para no perder competitividad cambiaria o buscará recuperar terreno más adelante si la inflación se desacelera? Es una primera decisión que se estará tomando en las próximas jornadas. Acelerar ayuda a no perder tipo de cambio real, pero se corre el riesgo de retroalimentar la inflación y se necesitan niveles de tasas de interés muy superiores a los actuales.
Justamente la Tasa de Interés es la otra variable sobre la que se deben tomar decisiones. Se espera que el BCRA aumente la tasa de política monetaria y la de plazos fijos, pero todavía no se sabe la magnitud. Aunque probablemente la suba, al igual que sucedió el mes pasado, se defina en función de las expectativas de inflación anual y no del ritmo de estos meses. Esto implica que en el corto plazo las tasas de interés seguirán siendo negativas en términos reales. El CER entre el 15 de abril y el 15 de mayo aumentará a un ritmo anualizado del 115%. Esa cifra supera claramente al nivel de tasa de interés que elija el BCRA y seguramente sea superior al ritmo de devaluación.
En síntesis, estamos ante un escenario en el que la inflación se aceleró y marcó un nuevo ritmo nominal que obliga a definir nuevas estrategias para la tasa de interés y para el ritmo de depreciación. La pregunta que nos hacemos en este nuevo contexto es, ¿cómo hacemos para preservar el poder adquisitivo de los pesos?
La primera respuesta que surge a esa pregunta es recurrir a los activos que ajustan por CER, pero los tramos más cortos de la curva CER rinden spreads negativos, esto implica que el rendimiento es la inflación esperada menos un spread. Recién los instrumentos con vencimientos a partir de 2024 arrojan spread positivo sobre la inflación. Un bono como el T2X2 que vence en septiembre hoy rinde inflación menos 10,6%.
Por eso para los inversores minoristas una buena opción son los Plazos Fijos con ajuste UVA, que rinden Inflación + 0,5% anual, pero tienen un plazo mínimo de 90 días.
Si se trata de montos mayores o se necesitan plazos más cortos y mayor acceso a la liquidez la opción elegida por los inversores han sido los Fondos Comunes de Inversión orientados a brindar cobertura contra la inflación (FCI CER). Estos fondos tienen una cartera de activos CER distribuidos a lo largo de toda la curva, y devengan hoy un rendimiento de Inflación menos 2,5% con acceso a la liquidez a las 48 horas. Desde MegaQM estamos ofreciendo dos productos de estas características y han recibido fuerte interés de los inversores. Se trata del FCI Megainver Retorno Absoluto y del Quinquela Total Return.
El interrogante que surge hacia adelante es qué sucede si no se logra bajar en los próximos meses el ritmo de inflación. Ese es hoy el mayor desafío, porque de no lograrse empezarán a ganar probabilidad de ocurrencia escenarios en los que se hacen necesarios ajustes más marcados del tipo de cambio o la tasa de interés. Si eso sucede, el flujo de los inversores empezará a volcarse en parte hacia otros activos de cobertura, aunque aún en esos escenarios, la cobertura CER seguirá siendo una buena alternativa.