El martes pasado se anunció que se acordó un Puente de tiempo con el Club de Paris para evitar ingresar en cesación de pagos por el vencimiento de USD 2.450 millones del 30 de mayo. Argentina se comprometió a realizar el pago de USD 430 millones contra la postergación del vencimiento hasta el 31 de marzo de 2022, fecha en la que, acuerdo con el FMI mediante, se apuntará a una renegociación de los vencimientos a un plazo mayor. Este acuerdo genera una primera noticia claramente positiva, que es evitar ingresar en cesación de pagos. Pero el análisis de las implicancias es más extenso, porque confirma la necesidad de redefinir la hoja de ruta de los próximos meses.
En el corto plazo era esencial resolver este conflicto, porque una cesación de pagos en un momento en que la economía ya ingresó en modo electoral implicaba un riesgo innecesario. Podía lanzar un proceso de dolarización de carteras y presionar sobre la brecha.
Resuelto este primer obstáculo, el próximo es en septiembre, con el compromiso de pagar el primer vencimiento importante con el FMI. Ahí vencen USD 1.911 millones, pero los pagos de capital importantes llegan a partir de marzo de 2022, momento en que empiezan a caer USD 2.900 millones de capital por trimestre.
Este perfil de vencimientos marca la agenda para los próximos meses, donde probablemente se busque un acuerdo similar al cerrado con el Club de Paris, pero con el FMI, de manera concentrar la negociación en el primer trimestre de 2022, sin perder reservas hasta ese momento.
Si eso no se logra, empezará la discusión sobre la conveniencia de usar reservas o eventualmente los DEGs que el propio FMI distribuya para hacer frente a los vencimientos hasta el momento de lograr el acuerdo.
Por lo pronto, el Puente de Tiempo acordado con el Club de Paris deja en claro que hasta el cierre del primer trimestre del año próximo no hay expectativas de lograr acuerdos definitivos con ambos acreedores. Eso nos deja una transición de 9 meses en donde el foco estará puesto en ver el impacto sobre reservas que se produce en esa transición. Si el impacto es acotado, el proceso puede ser tranquilo y dejar la discusión de fondo para el año próximo. En cambio, si el impacto es mayor, puede generarse un ruido adicional que impacte negativamente en la brecha cambiaria.
El nivel de reservas actual ha mostrado una fuerte mejoría producto de la compra de divisas en el mercado, pero no es suficiente para hacer frente a los pagos comprometidos. Si ingresaran los Derechos Especiales de Giro, se podría hacer frente a los pagos al FMI, pero sin esos fondos el nivel de reservas no es suficiente para afrontar los pagos hasta marzo, ya que el BCRA se quedaría sin capacidad de operación.
En el caso de los DEGs, seguramente se produzca una discusión sobre el uso ideal para esos fondos en el marco de la crisis sanitaria. Donde serán muchas las posiciones que reclamen un destino diferente al de cancelar deuda.
Por eso, con escaso margen para usar reservas, y discusión política detrás del uso de los DEGs, lo más probable es que se busque un nuevo Puente de Tiempo con el FMI, también hasta marzo, fecha que luce como límite en cualquiera de los escenarios para lograr un acuerdo de largo plazo. Para el primer trimestre quedará la discusión de sendero fiscal, convergencia cambiaria y nivel de reservas, factores sobre los que seguramente se centrará la discusión con el FMI.