La aceleración inflacionaria de enero y febrero siguió al a emisión de medio billón de pesos del dólar-soja 2. Riesgos políticos y económicos de una nueva devaluación transitoria
Solo el bosquejo de esta medida ya despertó críticas y advertencias de consultores y economistas. En primer lugar, en el frente político, con un nuevo dólar-soja Massa se expone a quedar a merced de lase exportadoras y de los sojeros más duros, esto es de los que tuvieron las espaldas financieras para «sentarse arriba» del remanente de unas 5,2 millones de toneladas de porotos de la campaña 2021/2022 y no se sintieron tentados por las ediciones 1 y 2 del esquema de incentivo cambiario. Un factor de diseño del nuevo programa intensifica este riesgo: que el programa sea lanzado en abril y no en mayo, cuando la oferta sojera ya haya incorporado stocks de la nueva campaña.
Para mitigarlo, el Gobierno estudió la posibilidad de que el tipo de cambio diferencial para las exportaciones de economías regionales se extienda durante el triple de tiempo, unos 90 días. “Esto no crea más exportaciones, en todo caso lo que hace es adelantarlas”, explicó el economista Santiago Manoukian de Ecolatina, para quién sería una buena idea que el nuevo dólar-agro contemple el factor estacional de la oferta, como sucedió en diciembre.
Las últimas estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario apuntan a pérdidas de 20.000 millones de dólares de exportaciones este 2023. Las de la consultora Equilibra, en cambio, les ponen techo en 16.000 millones de dólares. Esta escasez de oferta de divisas confluye con un exceso de demanda de importaciones en un intento de las empresas por acumular insumos ante la apreciación cambiaria.
“Es una dinámica insostenible porque crea incentivos hacia los exportadores para liquidar con el tipo de cambio diferencial y luego vender solo lo estrictamente necesario hasta tanto el Gobierno lance una nueva edición del programa de promoción de exportaciones, que es lo que está pasando en este momento. Es por la necesidad de acumular reservas”, aclaró Manoukian. En este punto, hay un detalle que es clave: a partir de ahora no solo no liquidarán las cerealeras a menos que haya un tipo de cambio diferencial, también las economías regionales retacearían exportaciones pasado el lapso del incentivo cambiario.
De esta forma, el Mercado Único Libre de Cambios tendrá picos de oferta a cuenta de emisión monetaria, seguidos de rachas de sangría de reservas en los que se conjugue la presión sobre los precios (como la del medio billón de pesos emitidos en diciembre con el dólar-soja 2 que aceitó la aceleración de los precios en el primer trimestre) con la presión cambiaria por la retracción de la oferta.
“La cuenta no da, la implementación de un nuevo dólar ‘soja’ tiene más para perder que para ganar. El stock sin vender de la cosecha 2022 es bajo, y la producción de este año será reducida, por lo que el efecto monetario sería más perjudicial que el beneficio de sumar algunos miles de millones de dólares de reservas, las cuales, dado el ritmo de ventas que viene teniendo el BCRA, se esfumarían para las PASO”, advirtió el banco de inversión Cmf.
Es que el problema de fondo, es por la falta de stocks y las medidas para adelantar los flujos terminan generándole a la economía un costo monetario y más presión cambiaria. En otras palabras, estos saltos en las reservas van a ser transitorios y el Gobierno va a tener que administrar férreamente las importaciones.
Antes de los efectos de la emisión, un esquema de devaluación sin devaluación que fije dólar más alto para la exportación de algunos bienes implica automáticamente convalidar mayores precios internos para las cadenas de valor locales de todos esos bienes, un impacto directo en la inflación. Así lo destacó, en la edición de esta semana del ciclo “Mesa de inversiones” de la administradora de fondos MegaQM, el economista Adrián Rozanski de la consultora 1816.
Al respecto, el analista de mercado Francisco Uriburu repasó el impacto microeconómico y acotó que la medida: “De aplicarse en abril, solo beneficia a un puñado de exportadoras que hicieron la diferencia al haber comprado con el dólar oficial a $200 y vendiendo con el dólar estímulo a $300, recién está por comenzar la cosecha de maíz y girasol y hay que ver si esa mejora en el precio les llega a los productores o solo queda en ese núcleo de empresas privilegiadas. En caso de llegarles, igual implica un encarecimiento de los granos para el resto de la cadena, recordemos que ya el año pasado muchos feedlots se fueron a la lona por el salto en el precio de los cereales”.
“La medida no forma parte de un plan integral para bajar la inflación y no tiene un efecto positivo general para todos los exportadores como lo tendría bajar las retenciones, esto por un lado va a generar más inflación porque los que necesitan insumos van a tener que pagarlos a dólar más alto. En sí, las medidas descolgadas no tienen un efecto positivo general porque no hay un plan para distribuir los esfuerzos y repartir los resultados”, concluyó.
Por consiguiente, desde Cmf advirtieron que las medidas de Massa necesariamente incluirán controles más fuertes desde el SIRA para controlar el stock de importaciones, una forma de hacer aguantar los dólares que dejen en el Banco Central las ediciones de estos programas de fomento exportador. Y dejó plantada la duda que luego recogieron desde otras consultoras: si el sostener a toda costa el tipo de cambio oficial, que cerró el mes con un alza acumulada del 6%, no implicará en breve una restricción para el pago de compromisos privados en dólares con el extranjero.